El objetivo declarado: crear un hombre nuevo, completamente liberado de todo tipo de opresión, incluso de la moral y de las leyes de la naturaleza.
El colapso del socialismo real arrastró en su desprestigio a la Teología de la Liberación. Esta y el comunismo debían “reinventarse”. Fue el lanzamiento de la lucha de clases entre el “nuevo proletariado” (la mujer, las minorías sexuales, los niños y la misma naturaleza) contra las instituciones básicas de la sociedad, especialmente la familia. Sus instrumentos: la ideología de género para luchar contra la discriminación sexual; el feminismo para contrarrestar el dominio masculino y el ecologismo extremo para proteger al planeta Tierra.

“Es
importante recordar que lo que se busca mediante la lucha contra la
pobreza, la injusticia y la explotación, es la creación de un hombre
nuevo”Gustavo Gutiérrez

Al grito de los pobres debemos añadir el grito de la Tierra. Leonardo Boff
Los actuales ataques contra la vida, la familia y la educación de nuestros hijos, por lo tanto, de alguna manera están también apoyados por ciertos círculos que se refieren precisamente a la Teología de la Liberación, aunque con una amplia variedad de tonos. El objetivo fue declarado por Gutiérrez y otros: crear un hombre nuevo, completamente liberado de todo tipo de opresión, incluso de la moral y de las leyes de la naturaleza. Un hombre muy diferente, pues, del renovado y recreado por la gracia de Dios.
El
objetivo declarado: crear un hombre nuevo, completamente liberado de
todo tipo de opresión, incluso de la moral y de las leyes de la
naturaleza.

La Teología de la Liberación homosexual, lésbica y queer
legitima la rebelión no contra el propio orden de la Creación que se
considera una estructura opresiva y, por tanto, contestada.
El mismo discurso vale para la llamada teología feminista. Con el pretexto de la igual dignidad del hombre y de la mujer, en la realidad se promueve el choque entre los sexos, se distorsiona el concepto de maternidad y legitima todos los horrores en nombre de la autodeterminación de las mujeres. El aborto es el ejemplo más notable. No sólo. El ataque al “patriarcalismo” pone en discusión incluso la imagen de Dios en el que los cristianos siempre han creído y que siempre han aceptado. Y así como es necesario liberarse de toda forma de opresión entre los seres humanos, también debemos liberar la naturaleza del dominio os del hombre. De ahí el mito del planeta Tierra visto como un organismo vivo llamado Gaia. Leonardo Boff escribe: “Al grito de los pobres debemos añadir el grito de la Tierra”. Una vez más, se subvierte el orden del cosmos, ya que la flora y la fauna tienen prioridad sobre el hombre, el único ser creado a imagen y semejanza de Dios.
Bajo la apariencia de buenos principios la Teología de la Liberación esconde, por tanto, la aberración real. Como escribe Loredo, “proclamándose en favor de los pobres, ella defiende los sistemas que generan pobreza. Casi parece que la Teología de la Liberación no hizo tanto una opción preferencial por los pobres, sino por la pobreza en sí misma“. Una pobreza, lo decimos para evitar malentendidos, ideológica, que no tiene nada que ver con la recomendada por el Evangelio y vivida por Jesús y los santos, ni con la justa sobriedad de vida. Los teólogos de la liberación, de hecho, han colocado en el centro de su pensamiento la praxis revolucionaria, respaldando regímenes comunistas criminales, en los que los pobres solamente fueron instrumentalizados. Uno se acuerda de las palabras que don Camilo que decía al pequeño sacerdote progresista Don Chichi: “La pobreza es una desgracia, no un mérito. No basta ser pobre para ser justo. Y no es verdad que todos los pobres sólo tienen derechos y los ricos sólo deberes: delante de Dios todos los hombres tienen sólo deberes”. Lo mismo ocurre con las llamadas nuevas categorías de pobres, igualmente instrumentalizados para construir una nueva humanidad, fluida, desprendida de toda referencia determinada. Por otra parte, es muy difícil considerar oprimidos a los miembros de los poderosos grupos de presión, ricos e influyentes, que buscan imponer la dictadura del pensamiento único, al ritmo de la tolerancia y de la libertad.
Federico Catani, in La Croce
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