El Papa León
XIII enseña que la ruptura del vínculo del hombre con Dios lleva a la
disolución de la sociedad y a la intervención abusiva del Estado en la familia.
La Humanidad
se encuentra hoy en una situación análoga
a la del hijo pródigo de la divina parábola.
a la del hijo pródigo de la divina parábola.
“Cuando se
rompe el vínculo que une al hombre con Dios, legislador absoluto y universal,
no resta sino la miseria moral puramente civil, es decir, independiente, que,
prescindiendo de la razón eterna y de los preceptos divinos, lleva
inevitablemente por su propia tendencia, a la última y fatal consecuencia de
constituirse el hombre como ley para sí mismo. Se torna, entonces, incapaz de
elevarse sobre las alas de la esperanza cristiana a los bienes supremos,
buscando sólo un alimento terreno en la suma de gozos y bienes de esta vida,
aumentando la sed de placeres, la codicia de la riqueza, la avidez de rápidos y
excesivos beneficios, sin respeto por la justicia; inflamando la ambición de
satisfacerlas, incluso legítimamente; generando, por fin, además del desprecio
de la ley y de la autoridad pública, una licencia general de las costumbres, lo
que acarrea la verdadera decadencia de la civilización. (…)
“De ahí
proceden todos los graves perjuicios que ha sufrido en todas las partes el
cuerpo social, comenzando por la familia. Porque el Estado laico, sin guardar
los límites ni la finalidad esencial de su poder, extiende la mano para romper
el vínculo matrimonial, lo despoja de su carácter sagrado, invade, cuanto sea
posible, los derechos naturales de los padres en la educación de la prole, y
subvierte también la estabilidad del matrimonio, sancionando con la ley la
desastrosa licencia del divorcio.”
(Papa León
XIII, Parvenu à la Vingt-Cinquième Année, del 19 de Marzo de 1902,
n. 37, Voces, Petrópolis, 1952, 2ª. ed., pp. 10-11).
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