Verdades Olvidadas
Santo Tomás
Moro, mártir en defensa de los principios católicos, patrono de políticos y
gobernantes
Hay quien
piensa que la religión católica consiste en un sentimentalismo vago e
inconsistente. Sin embargo, los numerosos ejemplos heroicos de los católicos
martirizados en el Medio Oriente, constituyen un desmentido categórico de esta
mentalidad.
De hecho,
nuestra fe nos llama a ser coherentes con nuestros principios cristianos, a
vivirlos sinceramente y a luchar en su defensa. Especialmente en un tiempo en
que están siendo erradicados sistemáticamente de la sociedad contemporánea. A
menudo se olvida que formamos parte de la Iglesia Militante.
Es a lo que
nos exhorta Pío XII en los siguientes discursos.
“El tiempo
presente necesita, pues, católicos… con la mirada fija en el ideal de las
virtudes cristianas, de la pureza, de la santidad, conscientes de los
sacrificios que requieren, tiendan a ese ideal con toda su fuerza en la vida
cotidiana, siempre recta, siempre correcta, sin que las tentaciones y
seducciones puedan doblegarlos.
“Este es,
queridos hijos e hijas, un heroísmo, a menudo oscuro, pero no menos precioso y
admirable que el martirio cruento.
“El tiempo
presente exige católicos sin temor, para los cuales sea totalmente natural
confesar abiertamente su fe, con palabras y hechos, siempre que la ley de Dios
y el sentimiento del honor cristiano lo reclamen. ¡Hombres verdaderos,
íntegros, firmes e intrépidos! Aquellos que no son tales que a la mitad, el
mundo mismo hoy los descarta, los rechaza y los pisotea”.[1]
El Papa se
dirige de modo más explícito a la juventud católica alemana: [2]
“La
separación entre la religión y la vida ‒como si Dios no existiera en absoluto para
la realidad del ser, para la profesión, para la economía, para las
instituciones públicas‒, esta separación es uno de los signos de la decadencia
de la cultura cristiana; esa es la causa, como efecto de la laicización”.
Dirigiéndose
al episcopado francés, [3]el
mismo Papa Pío XII demandaba la aparición de:
“Un gran
número de personas, firmes en los principios, exactamente instruidos en la
doctrina de la Iglesia, dedicados a hacer penetrar en los aspectos sociales,
económicos y jurídicos el verdadero espíritu cristiano, para asegurar, a través
de su acción cívica y política, la salvaguardia de los intereses religiosos”.
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