¿Por qué existe tanta persecución contra la verdad en el mundo entero?
¿Por qué en países donde los católicos constituyen la mayoría absoluta de la población, como es el caso de Chile, hay, sin embargo, tantos ataques a la Iglesia Católica.
Ataques van aumentando
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Los medios de comunicación ya casi no informan, o si lo hacen es con muy poco destaque, los diversos atentados a imágenes religiosas, profanaciones del Santísimo Sacramento, intentos de incendio, y otras cosas de ese género.
Las puertas del famoso templo de la Gratitud Nacional, ya han sido varias veces quemadas y los vitrales que adornaban sus ventanales han sido quebrados por todo tipo de manifestantes.
Atentados contra imágenes de la Santísima Virgen, no han sido extraños en los últimos años en este País. A esto podemos que sumar los rayados en muros de Iglesias, donde se lee: “la única Iglesia verdadera es la que arde”.
Las persecuciones en otros países
Estos hechos pueden parecer pequeños y casi insignificantes en relación a los que están sufriendo los católicos en países como Siria o Irak, y en general en todos los países islámicos que sancionan con pena de muerte a los musulmanes que se convierten a la Fe católica.Quizá algún lector nos diga que no existe un paralelo entre los hechos ocurridos en Chile con esto que ocurren en Medio Oriente.
Sin embargo, si bien es cierto que los actos de violencia en Chile no han llegado a esos extremos, la razón no está en que aquellos que los realizan no tengan los mismo deseos destructivos de los fundamentalistas islámicos.
El problema es que, por ahora, las circunstancias para ellos no les son tan propicias. Bastará que estas mismas circunstancias cambien, y se hagan más permisivas las manifestaciones anti religiosas, para ver hasta qué extremos no serán capaces de llegar estos fundamentalistas del ateísmo nacional.
La explicación de este odio
Para entender cuál es la lógica de este odio, le damos la palabra al Profesor Plinio Corrêa de Oliveira, quien escribió en el diario “Folha de Sao Paulo” un artículo sobre el tema.“También quiere saber por qué son tan combatidos en nuestros días los católicos que no pactan con los errores del siglo, y se mantienen fieles a la enseñanza inmutable de Nuestro Señor Jesucristo.
“Me parece que el lector podría haber ampliado aún más el campo de su pregunta.
“Las persecuciones hechas contra la Iglesia y los verdaderos católicos de nuestros días, son un prolongamiento histórico de las que sufrió Nuestro Señor Jesucristo.
“¿Cómo explicar que el Hombre-Dios, que es el Camino, la Verdad y la Vida, haya sufrido persecución, hasta el punto de ser crucificado entre dos vulgares ladrones?
“A esa pregunta responde luminosamente uno de los mayores Doctores de todos los tiempos, el gran San Agustín, obispo de Hipona. Reproduzco aquí -adaptándola ligeramente, para mejor comprensión del lector contemporáneo- la enseñanza del Doctor de los siglos IV y V.
San Agustín se pregunta cómo la verdad despierta odio
“Comentando la célebre palabra de Terencio: ‘la verdad engendra odio’, San Agustín pregunta cómo explicar hecho tan ilógico.“Enunciado así el problema, el santo Doctor pasa a la explicación.
“La naturaleza humana es tan propensa a la verdad que, cuando el hombre ama algo contrario a la verdad, quiere que este algo sea verdadero. Con esto, cae en el error, persuadiéndose de que es verdadero lo que en realidad es falso.
“Así, es necesario que alguien le abra los ojos. Ahora bien, como el hombre no admite que se le muestre que se equivocó, por esta misma razón no tolera que se le demuestre cuál es el error en que está. Y el Doctor de Hipona observa:
“¡De esta forma, ciertos hombres odian la verdad por amor hacia aquello que ellos tomaron por verdadero! De la verdad ellos aman la luz; no, sin embargo, la censura a sus equivocaciones.
“Por su deslealtad, tales hombres sufren de la verdad el siguiente castigo: no quieren que la verdad los desvende; y, sin embargo, ella los delata y continúa velada a sus ojos.
“Y así, es de esta manera, es precisamente de esta manera como es hecho el corazón humano. Ciego y perezoso, indigno y deshonesto, se oculta, pero no admite que nada se le oculte.
“Y por esto le sucede que él no consigue huir de los ojos de la verdad, pero la verdad huye de los ojos de él”.
Con estas palabras concluye san Agustín su magistral comentario…
“He ahí, la razón por la cual quien dice la verdad sufre persecución. ¡Y así se explican la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los veinte siglos de historia de la Iglesia!”
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