¿Qué es la educación cristiana?
¿Cuál es la voluntad de Dios?...
La educación cristiana de los hijos.
Actualmente es muy confusa la educación cristiana en la mente de los padres, la mayoría no sabe con precisión y los más no pueden dar lo que ellos no tienen, una buena educación según el espíritu de Dios. ¿Exactamente que es educar a los hijos?, ¿Qué es la educación cristiana?, ¿Cuál es la voluntad de Dios?...
Normalmente en un hogar católico, los hijos desde temprana edad, deberían aprender a persignarse y hacer una pequeña oración al levantarse y al acostarse; ver a sus padres bendecir los alimentos e ir a la santa misa los domingos, rezar el santo rosario por las tardes, y por supuesto, el catecismo para recibir los sacramentos.
Ciertamente, es raro encontrar familias con éstas prácticas de piedad, lo común es hacerlo todo con prisas, gritos, enojos, televisión, y las practicas de piedad interrumpidas por falta de educación cristiana, por falta de respeto a las cosas santas.
La verdad es que no hay quien eduque verdaderamente, sobre todo a los niños, por ser la edad más importante de su vida. En la familia normalmente se les enseña a no molestar, rara vez se muestra el divino modelo, el Santo Niño Jesús, ¿Cómo era?, ¿Qué hacia?, ¿Qué debemos aprender de Él? Es necesario que los niños conozcan a Dios, lo respeten y vivan en su presencia. Si no conocen a Dios, no lo van a respetar, sino respetan a Dios, menos a sus padres… Papá ¿quieres que tus hijos te respeten…? Enséñales a respetar a Dios.
Ahora bien, ¿Qué aprenden los niños? Las costumbres de la familia, lo que ellos alcancen a observar. Si ellos ven televisión, escenas pecaminosas, si escuchan groserías, eso van a guardar en el fondo de su conciencia y tarde que temprano verán sus frutos.
Por otra parte, cumplidos cuatro, cinco años asisten a la educación preescolar, a los seis inician su primaria y se acelera la descomposición de su alma, la descristianización de su inteligencia, si es que hubo cristianización… Terrible, pero cierto.
Papá ¿Sabes quién le da clases a tu hijo?, ¿sabes que les enseñan, que compañeros tiene, que escucha y que ve tu hijo…? Normalmente, sin ofender a los maestros verdaderos, los profesores les interesa en primer lugar: su sueldo, sus vacaciones, sus puentes de descanso, sus compensaciones; en segundo lugar: que los niños no den problemas, que aprendan lo que enseña el libro.
¿Qué sabe el maestro de la educación cristiana, de su compromiso con Dios…? Si tiene que enseñar lo que manda el programa ateo y pagano de la Secretaria de Educación Pública; tiene que enseñar conforme a los libros de texto; que el mundo se formo a partir de substancias raras, sin la participación de Dios, que el hombre proviene de un animal irracional; es decir, enseña, salvo casos excepcionales y heroicos, que Dios no tiene nada que ver con los hombres y todo lo que enseña concerniente al origen del hombre, del mundo y del universo es en contra de la verdad, en contra de Dios y ni siquiera se puede tocar el Santo Nombre de Dios para algo sagrado, una oración antes de clases, porque está estrictamente prohibido hablar de Dios, pues la constitución marca que la educación es laica o por mejor decir anticristiana.
Por otra parte la famosa “educación sexual” que en verdad, es una depravación, lejos de educar, despierta la morbosidad, hace ver lo concerniente a la reproducción de la especie humana, como un hecho meramente lujurioso, sin atender el motivo por el cual Dios dotó al hombre de esta parte tan importante para cumplir el fin del matrimonio. En vez de enseñar los motivos de Dios, los fines del matrimonio, la reproducción de la especie humana; enseñan como tener actos pecaminosos, como evitar el embarazo, como tener el comercio carnal; y todo esto, por lo regular con un lenguaje impuro y morboso.
Ahora, es un verdadero y rotundo fracaso la “educación sexual” impartida y mandada por el Gobierno de la República, las estadísticas de actos carnales en el sexto año de primaria están disparadas, en la educación secundaria igualmente, los embarazos prematuros, los noviazgos totalmente desvirtuados de la voluntad de Dios. ¿Qué educan en las escuelas?, no educan en esta materia.
Quede bien claro: pervierten, corrompen el cuerpo y el alma de la Nación Mexicana. “Mas quien escandalizare a uno de estos parvulillos que creen en mí, mejor le sería que le colgasen del cuello una de esas piedras de molino que mueve un asno, así fuese sumergido en el profundo del mar. ¡Ay del mundo por sus escándalos!, porque si bien es forzoso, que haya escándalos, sin embargo ¡ay de aquel hombre que causa el escándalo! (1)
Lo mismo en la escuelas públicas que en los colegios, a veces, los pecados resultan ser más refinados… A esto debemos sumar la multitud de groserías que se escuchan en una escuela, las costumbres impuras entre los alumnos, la inmodestia en el vestir, los noviazgos prematuros y otras cosas que mejor es callar.
De todo esto ¿Qué podemos esperar?, la familia sin ir a misa, sin costumbres piadosas, sin respetar la casa de Dios; la educación anticristiana, los compañeros pecaminosos, la calle llena de malos ejemplos, la televisión, el internet lleno de escándalos. ¿Qué podemos esperar? ¿En donde se les habla de Dios?, ¿en donde se forma? Los mejores hijos respetan a sus padres, pero su mente tiene muchas dudas, tiene deseos reprimidos, están confundidos; pobres muchachos, pobre de México, ¿Quién librará nuestra patria de esta terrible tribulación? Solamente un milagro de Dios…
El buen padre de familia debe educar a sus hijos principalmente en la virtud de la humildad y de la caridad, destierren de sus hijos la soberbia, los berrinches; las lagrimas y gritos de chantaje; en una palabra, enséñenlos a ser hombres, sufridos, abnegados, callados; porque solo así pueden ser buenos cristianos, deben preparar sus almas para que dé fruto la palabra de Dios.
Una cosa vista, muchos padres ya no quieren pegarle a sus hijos, ahora, una palabra fuerte, un manaso, una amenaza y es todo; hay hijos que lo requieren, cuando hacen sus berrinches y esas cosas extrañas, en el nombre de Dios ejecútenlos, como Dios manda, bien dados; no porque no los quieran, sino porque los quieren, para desterrar de ellos los caprichos, los berrinches que desdicen de la piedad cristiana. Por favor, la mamá no corra a abrazar a los niños y a defenderlos, quédese callada y no lo apapache al momento.
• “Quien escasea el castigo, quiere mal a su hijo; mas quien lo ama, lo corrige continuamente.” (2)
• “No escasees la corrección al muchacho, pues aunque les des algún castigo, no morirá. Aplícale la vara del castigo, y librarás su alma del infierno.” (3)
Cabe aclarar, no es castigar por castigar o satisfacer la ira, es castigar cuando lo amerita, en el momento oportuno, conforme la razón y castigarlo no para matarlo ni para volverlo tímido, miedoso o pusilánime, sino para educarlo y es muy importante, que el hijo sepa, que lo castigan porque lo aman, porque lo quieren, todo regido por la virtud de la prudencia cristiana.
• “Y vosotros, padres, no irritéis con excesivo rigor a vuestros hijos; mas educadlos corrigiéndolos e instruyéndolos según la doctrina de el Señor.” (4)
• “Padres, no provoquéis a ira, o no irritéis, a vuestros hijos con excesiva severidad, para que no se hagan pusilánimes, o apocados.” (5)
Que difícil todo esto. La familia prácticamente sin Dios, la escuela contra Dios, los gobiernos legislando contra la ley de Dios, la Iglesia agonizando, Satanás con todo su poder perdiendo las almas…
“Mucho esperarán vuestros hijos de los vigilantes cuidados de que rodearéis sus primeros pasos, y el primer soltarse y abrirse de su inteligencia y de su corazón. Confiándolos más tarde en las manos de maestros dignos de vuestra confianza de padres cristianos, no cesaréis de ayudarlos, cuando sean mayores, con vuestros consejos y alientos. Pero más que cualquier otra palabra, valdrá la voz de vuestro ejemplo, aquel ejemplo en cuyo espejo continuamente, por muchos años, se reflejará a sus ojos vuestra vida práctica, tanto dentro como fuera del hogar doméstico; aquel ejemplo que ellos penetrarán y juzgarán con la terrible clarividencia y con la inexorable agudeza de sus jóvenes miradas.” (6)
Los padres no pueden renunciar a esta misión inseparable del matrimonio, tan propia de su estado, como la educación cristiana de sus hijos, tan importante, que de ella puede depender la salvación eterna de sus hijos y de ellos, porque el día de su muerte Dios les ha de pedir cuentas de la educación que los padres le dieron a sus hijos, no tanto de las ciencias profanas, como de las ciencias divinas, del santo temor de Dios.
Más que preocuparse en los bienes materiales, que hoy son y mañana los dejamos, deben ocuparse de los bienes eternos, que han de perdurar y ser el galardón de su paternidad en la eternidad, bienaventurados los padres que cumplan con ésta misión tan importante, la educación cristiana de sus propios hijos.
Su Santidad, el Papa Pío XII dice a los esposos: “El viejo Tobías no era ya rico en bienes de fortuna; el Señor le había probado con la desgracia del destierro y de la ceguera; pero era rico de algo mejor, de admirables ejemplos de virtud y de sabias advertencias que daba a su hijo. También nosotros vivimos en tiempos difíciles: quizá no consigáis siempre procurar a vuestros hijos la vida acomodada y bella que soñáis para ellos, ni seáis capaces de tenerlos tranquilos y contentos, fuera del pan cotidiano que, gracias a la divina Providencia, confiamos que no les faltará, con aquellos bienes de la tierra, que nunca cambian, ni aun para los poderosos y los epulones, este valle de lagrimas en paraíso de delicias, en vuestra mano está dar a vuestros hijos y herederos bienes mejores, aquel pan y aquella riqueza de fe, aquella atmósfera de esperanza y de caridad, aquel impulso de vida animosa y constantemente cristiana, en la que vuestro deber de padres y de madres conscientes de la alteza de la paternidad que habéis recibido del cielo, les hará crecer y progresar para consuelo vuestro, delante de Dios y de los hombres.”(7)
Los padres no solo deben pensar en su bienestar, sino en las cuentas que entregaran a Dios de sus hijos, que el educarlos según la voluntad del autor de la familia no es cosa opcional o facultativa, es una obligación de la cual habrán de entregar severas cuentas a Dios Nuestro Señor, por eso los esposos deben vivir en armonía y unidad, la autoridad de la familia es el padre, pues ésta es la voluntad de Dios y no otra y quien atente contra el orden de la familia, atenta contra la voluntad de Dios.
Cuiden los padres de enseñar a sus hijos a darle gracias a Dios al levantarse y al acostarse, rezar al salir de casa, en las tentaciones, penas y tribulaciones; a bendecir los alimentos, enseñen la vida del Santo Niño Jesús, los pasajes de la Sagrada Escritura, la historia de los santos, a besar la mano al sacerdote, a respetar la casa de Dios; sobre todo, a rezar el santísimo rosario fuente de grandes bendiciones para el hogar católico; infundan en sus tiernos corazones el amor a Dios, a Nuestra Señora la Virgen María, a la Iglesia, a los sacerdotes, a los pobres, a los necesitados; cuiden mucho de amar a sus hijos no como personas propias sino como hijos de Dios y coherederos de la eterna bienaventuranza; que a su tiempo por amor deben ser corregidos y si es preciso castigarlos según sus faltas y que ellos sepan que los castigan fuertemente no por desprecio o coraje no contenido, sino por amor y sobre todo por amor a Dios.
“Pero ¿Dónde adquiriréis tan bellas y necesarias virtudes? Las adquiriréis, las conservaréis, las aumentaréis solamente en los manantiales profundos y límpidos del agua viva que salta hasta la vida eterna, en la asiduidad para escuchar la palabra de Dios, para instruiros cada vez mejor en las enseñanzas de la Iglesia, en la oración que os reunirá mañana y tarde, en la asistencia a la Santa Misa, en la frecuencia de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, en una palabra, en la activa y virtuosa vida cristiana.” (8) Enseña SS. Papa Pío XII.
Quiera Dios Nuestro Señor infundir su gracia en estas sencillas palabras, esperando no se molesten los padres de familia por hablarles de estos temas tan importantes, por el contrario, rueguen a Dios por mí, para que me dé su gracia y su luz para ayudar según sea la voluntad de Dios.
Que Dios y María Santísima los bendiga.
Pbro. Hernán Arturo Vergara Monroy
misdudas44@yahoo.com.mx
Extraido de: Santa Teresita del Niño Jesús
(1) Mateo XVIII, 6
(2) Proverbios XIII, 24.
(3) Proverbios XXIII, 13.
(4) Efesios VI, 4
(5) Colosenses III, 21
(6) Papa Pío XII, alocución: Grandezas y deberes de la Paternidad. 19 de marzo de 1941.
(7) Papa Pío XII, alocución: Grandezas y deberes de la Paternidad. 19 de marzo de 1941.
(8) Papa Pío XII, alocución: Confianza en Dios. 7 de mayo de 1941
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