La única soberanía es la de Cristo y el origen de las autoridades debe ser únicamente Dios.
Ante el papel meramente democratista de las
Conferencias Episcopales, publicamos ahora las citas bíblicas y pontificias
sobre el origen no-popular de las autoridades. Agradecemos al amigo que nos
envía este texto, tan fundado que sirve de eficaz antídoto contra los delirios
episcopales
Por mí reinan los
reyes…; por mí mandan los príncipes y gobiernan los poderosos de la tierra. (Proverbios,
8, 15-16.)
Escuchad vosotros,
los que imperáis sobre las naciones…; porque el poder os fue dado por Dios y la
soberanía por el Altísimo. (Sabiduría, 6,3-4).
Dios dio a cada
nación un jefe. (Eclesiástico, 17. 4).
No tendrías poder
alguno sobre Mí si no te fuera dado de lo alto (Nuestro Señor Jesucristo a
Pilatos, Juan, 19, 11).
Toda persona esté
sujeta a las potestades superiores; porque no hay potestad que no provenga de
Dios y Dios es el que ha establecido las que hay. Por lo cual, quien desobedece
a las potestades, a la ordenación de Dios desobedece. De consiguiente, los que
desobedecen, ellos mismos se acarrean la condenación. (Epístola a los
romanos. 13, 1-2).
Confesamos que el
poder les viene del cielo a los emperadores y reyes. (San Gregorio Magno,
Epístola. 11, 61).
Pero en lo tocante
al origen del poder político, la Iglesia enseña rectamente que el poder viene
de Dios. (León XIII, Encíclica Diuturnum Illiud)
Por el contrario,
las teorías sobre la autoridad política, inventadas por ciertos autores
modernos, han acarreado ya a la humanidad serios disgustos, y es muy de temer
que, andando el tiempo, nos traerán mayo- res males. Negar que Dios es la
fuente y el origen de la autoridad política es arrancar a ésta toda su dignidad
y todo su vigor. En cuanto a la tesis de que el poder político depende del
arbitrio de la muchedumbre, en primer lugar, se equivocan al opinar así. Y, en
segundo lugar, dejan la soberanía asentada sobre un cimiento demasiado endeble
e inconsistente. Porque las pasiones populares, estimuladas con estas opiniones
como con otros tantos acicates, se a1zan con mayor insolencia y con daño de la
república se precipitan, por una fácil pendiente, en movimientos clandestinos y
abiertas sediciones. (León XIII, Encíclica Diuturnum Illud).
Leon XIII
Por consiguiente, es
necesaria en toda sociedad humana una autoridad que la dirija. Autoridad que,
como la misma sociedad, surge y deriva de la naturaleza y, por tanto, del mismo
Dios que es su Autor. De donde se sigue que el poder público, en sí mismo
considerado, no proviene sino de Dios, que es su autor. Sólo Dios es el
verdadero y supremo Señor de todas las cosas. Todo lo existente ha de someterse
y obedecer necesariamente a Dios. Hasta tal punto, que todos los que tienen el
derecho de mandar, de ningún otro reciben este derecho sino de Dios Príncipe
supremo de todos. (León XIII, Encíclica Immortale Dei).
La naturaleza enseña
que toda autoridad, sea la que sea, proviene de Dios, como de suprema y augusta
fuente. La soberanía del pueblo, que, según aquellas, reside por derecho
natural en la muchedumbre independizada totalmente de Dios, aunque presenta
grandes ventajas para halagar y encender innumerables pasiones, carece de todo
fundamento sólido y eficacia substantiva para garantizar la seguridad pública y
mantener el orden en la sociedad. (León XIII, Encíclica Immortale Dei).
San Pio X
El Sillon coloca
primordialmente la autoridad pública en el pueblo, del cual deriva
inmediatamente a los gobernantes, de tal manera, sin embargo, que continúa
residiendo en el pueblo. Ahora bien, León XIII ha condenado formalmente esta
doctrina en su encíclica Diuturnum illud sobre el poder político, donde dice:
"Muchos de nuestros contemporáneos, siguiendo los huellas de aquellos que
en el siglo pasado se dieron a sí mismos el nombre de filósofos, afirman que
toda autoridad viene del pueblo; por lo cual, los que ejercen el poder no lo
ejercen como cosa propia, sino como mandato y delegación del pueblo, y de tal
manera que tiene rango de ley la afirmación de que la misma voluntad que
entregó el poder puede revocarlo a su antojo. Muy diferente es en este punto
punto la doctrina católica, que pone en Dios. como en su principio natural y
necesario, el origen de la autoridad política" (1). Sin duda el Sillon
hace derivar de Dios esta autoridad que coloca primeramente en el pueblo, pero
de tal suerte que la "autoridad sube de abajo hacia arriba, mientras que,
en la organización de la Iglesia, el poder desciende de arriba hacia
abajo" (2). Pero, además de que es anormal que la delegación ascienda,
puesto que por su misma naturaleza desciende, León XIII ha refutado de antemano
esta tentativa de conciliación de la doctrina católica con el filosofismo.
Porque prosigue: "Es importante advertir en este punto que los que han de
gobernar el Estado pueden ser elegidos en determinados casos por la voluntad y
el juicio de la multitud, sin que la doctrina católica se oponga o contradiga
esta elección. Con esta elección se designa el gobernante, pero no se le
confieren los derechos del poder. Ni se entrega el poder como un mandato, sino
que se establece la persona que lo ha de ejercer" (3). (San Pío X.
Carta Notre charge apostolique).
Benedicto XV
Porque, desde el
momento que se quiso atribuir el origen de toda humana potestad no a Dios,
Creador y dueño de todas las cosas, sino a la libre voluntad de los hombres,
los vínculos de mutua obligación que deben existir entre los superiores y los
súbditos se han aflojado hasta el punto de que casi han llegado a desaparecer. (Benedicto
XV, Encíclica Ad Beatissimi).
Extraido de:
1 comentario:
Muchas gracias estimado lector, lo subo para que todos puedan acceder a esos videos con sermones de este gran sacerdote, instructivos y llenos de enseñanzas
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