En relación
a San Pío X existió un continuo flujo y reflujo de dos corrientes: de amor y de
odio.
San Pio X
De amor, por su piedad angélica, por su bondad celestial, por su
actividad incesante en favor de las almas. De odio, por su invencible firmeza
contra los errores del tiempo: el liberalismo, el laicismo, el cientificismo
racionalista … y contra la quinta columna modernista que, instalada en los
propios medios católicos, se servía del púlpito, del confesionario, de la
cátedra, de la prensa religiosa para diseminar veladamente la irreligión.
En su
discurso de canonización, el Papa Pío XII registró esta oposición de odio y de
amor en torno al Santo. Por un lado, “el nombre tan querido de Pío X” aún hoy
“suscita, en todos los lugares, pensamientos de celeste bondad, crea impulsos
poderosos de Fe, de pureza, de piedad eucarística, y resuena como un testimonio
eterno de la presencia fecunda de Cristo en su Iglesia”. Por otro lado,
“preocupado únicamente en guardar intacta la herencia de Dios para el rebaño
que le estaba confiado, el gran Pontífice no mostró debilidad delante de nadie,
y por mayor que fuese su dignidad, o autoridad, ni tuvo vacilaciones ante las
doctrinas seductoras pero falsas -en la Iglesia y fuera de ella- ni cualquier
temor de recibir ofensas a su persona y a la pureza de sus intenciones. Tuvo
conciencia clara de luchar por la causa más santa de Dios y de las almas.
Literalmente, realizó el mandamiento de las palabras del Señor al Apóstol
Pedro: Pero yo rogué por ti para que tu Fe no desfallezca, y tú, confirma a tus
hermanos”.
* * *
Tomando esa
posición terriblemente enérgica contra los errores del Modernismo, y los
fautores de esos errores, ¿no pecó contra la caridad San Pío X? Muchos lo
pretendieron. Esta fue una de las objeciones más esenciales contra su
canonización. ¿Cómo puede ser un Santo tan combativo, tan intransigente, tan
severo? Esto es fruto de la crónica intoxicación de la falsa caridad que sufren
tantos pensadores y escritores católicos de nuestros días. Intoxicación de la
cual se contagiaron a su vez millares y millones de lectores y de oyentes.
* * *
Para muchos
espíritus timoratos, señalar la existencia de errores entre los católicos es
realizar una obra de desunión. Condenando el Modernismo, San Pío X desencadenó
contra los fautores de ese error el celo de los elementos más vigilantes del
mundo intelectual y de los hombres de acción católicos.
San Pío X
-es superfluo decirlo- no patrocinó calumnias, ni exageraciones, ni
injusticias. Pero expresó el reiterado y formal deseo de que los católicos
luchasen enérgicamente contra el Modernismo.
¿Hizo con
esto una obra de división? ¿Fomentó la desunión? Por el contrario. Es lo que
proclamó el Santo Padre Pío XII, al afirmar que San Pío X luchó como “un
gigante por la defensa de un tesoro inestimable: la unidad interna de la
Iglesia en su fundamento íntimo, la Fe”. Combatir los errores entre los
católicos no es obra de división, sino de unión, porque busca congregar a todos
en la misma Fe.
Plinio
Corrêa de Oliveira, in Catolicismo Nº 43 – Julho
de 1954 (Extractos)
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