Antes de la reunión de Asis en 1986
Monseñor Marcel Lefrebvre
Eminencia:
Ante los acontecimientos que están sucediendo en la
Iglesia y de los que Juan Pablo II es autor, y frente a los que se
propone realizar en Taizé y en Asís en el mes de octubre, no puedo
dejar de dirigirme a ustedes para suplicarles, en nombre de muchos
sacerdotes y fieles, que salven el honor de la Iglesia, humillada de
forma antes nunca vista en toda su historia.
El discurso y los actos de Juan Pablo II en Togo,
en Marruecos, en la India y en la sinagoga de Roma, provocan en
nuestros corazones una santa indignación. ¿Qué pensarían de esto los
santos y santas del Antiguo y del Nuevo Testamento? ¿Qué haría la
Santa Inquisición si aún existiera?
El que está sentado en la sede de Pedro se mofa
públicamente del primer artículo de Credo y del primer mandamiento
del Decálogo. Es incalculable el escándalo en las almas de los
católicos. La Iglesia se tambalea desde sus cimientos.
Si desaparece la fe en la Iglesia, única arca de
salvación, desaparecerá la propia Iglesia. Toda su fuerza y toda su
actividad sobrenatural tiene como base este artículo de fe.
¿Juan Pablo II seguirá destruyendo la fe católica
públicamente, en particular en Asís, con el desfile de las religiones
previsto por las calles de la ciudad de San Francisco, y con el
reparto de las religiones en las diferentes capillas de la basílica
para que celebren allí sus cultos a favor de la paz tal como la
concibe la ONU? Eso es lo que anunció el Cardenal Etchegaray,
encargado de ese abominable Congreso de las Religiones.
¿Es posible que no se eleve ninguna voz en la
Iglesia para condenar estos pecados públicos? ¿Dónde están los
Macabeos?
Eminencia, por el honor del único Dios verdadero,
de Nuestro Señor Jesucristo, proteste públicamente, venga en socorro
de los Obispos, sacerdotes y fieles que siguen siendo católicos.
Eminencia, si me he permitido intervenir ante Usted, es porque no
puedo dudar de sus sentimientos sobre este tema.
Este llamamiento también lo dirijo a los demás
Cardenales cuyos nombres encontrará más abajo, para que en dado caso
pueda obrar de común acuerdo con ellos.
Que el Espíritu Santo venga en su ayuda, Eminencia.
Les ruego que acepte la expresión de mis sentimientos fraternalmente
sinceros in Christo et Maria.
+Marcel Lefebfvre
Arzobispo – Obispo emérito de Tulle
Ante los acontecimientos que están sucediendo en la
Iglesia y de los que Juan Pablo II es autor, y frente a los que se
propone realizar en Taizé y en Asís en el mes de octubre, no puedo
dejar de dirigirme a ustedes para suplicarles, en nombre de muchos
sacerdotes y fieles, que salven el honor de la Iglesia, humillada de
forma antes nunca vista en toda su historia.
El discurso y los actos de Juan Pablo II en Togo,
en Marruecos, en la India y en la sinagoga de Roma, provocan en
nuestros corazones una santa indignación. ¿Qué pensarían de esto los
santos y santas del Antiguo y del Nuevo Testamento? ¿Qué haría la
Santa Inquisición si aún existiera?
El que está sentado en la sede de Pedro se mofa
públicamente del primer artículo de Credo y del primer mandamiento
del Decálogo. Es incalculable el escándalo en las almas de los
católicos. La Iglesia se tambalea desde sus cimientos.
Si desaparece la fe en la Iglesia, única arca de
salvación, desaparecerá la propia Iglesia. Toda su fuerza y toda su
actividad sobrenatural tiene como base este artículo de fe.
¿Juan Pablo II seguirá destruyendo la fe católica
públicamente, en particular en Asís, con el desfile de las religiones
previsto por las calles de la ciudad de San Francisco, y con el
reparto de las religiones en las diferentes capillas de la basílica
para que celebren allí sus cultos a favor de la paz tal como la
concibe la ONU? Eso es lo que anunció el Cardenal Etchegaray,
encargado de ese abominable Congreso de las Religiones.
¿Es posible que no se eleve ninguna voz en la
Iglesia para condenar estos pecados públicos? ¿Dónde están los
Macabeos?
Eminencia, por el honor del único Dios verdadero,
de Nuestro Señor Jesucristo, proteste públicamente, venga en socorro
de los Obispos, sacerdotes y fieles que siguen siendo católicos.
Eminencia, si me he permitido intervenir ante Usted, es porque no
puedo dudar de sus sentimientos sobre este tema.
Este llamamiento también lo dirijo a los demás
Cardenales cuyos nombres encontrará más abajo, para que en dado caso
pueda obrar de común acuerdo con ellos.
Que el Espíritu Santo venga en su ayuda, Eminencia.
Les ruego que acepte la expresión de mis sentimientos fraternalmente
sinceros in Christo et Maria.
+Marcel Lefebfvre
Arzobispo – Obispo emérito de Tulle
Arzobispo de Génova
A Su Eminencia el Cardenal Paul ZOUNGRANA
Arzobispo de Uagadugu
A Su Eminencia el Cardenal Silvio ODDI
Con residencia en Roma
A Su Eminencia el Cardenal Marcelo Martín GONZÁLEZ
Arzobispo de Toledo
A Su Eminencia el Cardenal Pietro PALAZZINI
Con residencia en Roma
A Su Eminencia el Cardenal Hyacinthe THIANDOUM
Arzobispo de Dakar
A Su Eminencia el Cardenal Alfons STICKLER
Bibliotecario S.R.E. en Roma
A Su Eminencia el Cardenal Édouard GAGNON
Con residencia en Roma
Nota: Habría que releer un poco los escritos y admoniciones de este hombre Santo para corregir las aberraciones actuales en la Iglesia Católica.
Pensar que quien va a ser santificado (Juan Pablo II) es quien lo excomulgó por defender la Tradición milenaria de la Iglesia Católica y los dogmas y la liturgia.
Pensar que Juan Pablo II ,quien hizo todo lo posible para destruir la Iglesia de Cristo., quien pisoteó la doctrina y los dogmas y hasta la palabra de Cristo, quien con su ecumenismo y modernismo puso debajo de otras religiones y sectas a la Iglesia Católica, quien con sus actos rozó (o cometió) herejía, será elevado a los altares.
Todo eso con una rapidez envidiable, no vaya a ser cosa que se "pase el momento" a masones, sionistas y jerarcas del Nuevo Orden y pierdan una posibilidad de "entronizar" a quien tan bien les sirvió.
Entonces las palabras de Lefrebvre pasarán a ser insultos a un ¿¿Santo?? de la Iglesia Conciliar.
Por suerte Dios en su infinita justicia sabe recompensar a quienes le siguen y defienden y Monseñor ahora está en la Gloria de Dios al lado de Nuestro Señor.
Héctor el Cruzado
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