Esta es la "tolerancia" de nuestros "hermanos menores"
Juan Pablo Pino y el tatuaje de Cristo en el hombro
La policía religiosa de Arabia Saudita detuvo el pasado viernes a un futbolista colombiano en un centro comercial por lucir un tatuaje de Cristo en el hombro.
El viernes 7
de octubre, Juan Pablo Pino, de 24 años de edad y jugador del club Al Nasr,
vestía una camiseta sin mangas mientras paseaba con su joven esposa embarazada
en un centro comercial de la ciudad de Riad, capital del país.
El tatuaje
del rostro de Jesús generó los insultos de varios musulmanes en el lugar, lo
que atrajo la atención de la llamada "Policía para la promoción de la
virtud y prevención del vicio" quienes detuvieron a la pareja.
El diario
árabe Sharq informa que los agentes los "llevaron a él y a su esposa a un
auto y esperaron a que directivos del club Al Nasr se hicieran presentes. Pino
y su esposa fueron luego entregados a estos".
Luego de la
detención, señala Efe, el club divulgó unas declaraciones atribuidas al
futbolista en las que éste expresa su "profunda tristeza" por lo
sucedido y en donde habría asegurado que respeta las leyes del país. Asimismo
el texto indicar que habría comprado vestimenta musulmana para que su esposa
"salga de manera más respetuosa".
El diario
Sharq señala también que "luego de los incidentes del viernes, la esposa
de Pino vive angustiada y pide que ella y su esposo salgan de Arabia
Saudita. El club Al Nasr ha solicitado a su entrenador argentino Gustavo Costas
y a su esposa que traten de convencerla de cambiar de opinión pero parece que
los intentos no han dado resultados".
"Si me
persigno me matan"
En
septiembre de este año, Gustavo Costas, que dirigió antes al club peruano
Alianza Lima, contó algunos detalles de su nueva vida al diario limeño El Comercio. En esa ocasión dijo que "si me
persigno me matan".
En Lima,
cuando dirigía a Alianza, hacía la señal de la Cruz antes de
cada partido y llevaba siempre su rosario al cuello.
Ahora en
Arabia Saudita, relató, "no lo puedo hacer, lo hago antes de salir a la
cancha, en el vestuario. Si me persigno, me matan, me apedrean. Al menos
me dejan fumar, aunque no hay nada de alcohol".
El año
pasado ocurrió un caso similar al de Pino cuando el jugador rumano Mirel Radoi,
del club Al Hilal, besó el tatuaje de una cruz que llevaba en su brazo
después de marcar un gol.
El hecho
provocó el descontento de los musulmanes que son la gran mayoría en el país, en
donde cualquier otra religión distinta al Islam está prohibida y en donde se
encuentra la Meca que es el principal destino de peregrinación del mundo
islámico.
De este
desafortunado hecho deberíamos aprender los católicos actuales que en su mayoría permite
cualquier tipo de insulto a Nuestro Señor y tolera cualquier secta o
paganismo sin mover un dedo, aún muchos hombres de la alta jerarquía eclesiástica tienen esta actitud.
Solamente el enfriamiento que trajo el deplorable
Concilio Vaticano II hizo llegar las cosas a este extremo.
Nosotros, los católicos, según la "moda progre" tenemos que
tolerar todo, mientras los enemigos de Cristo nos combaten noche y día sin pausa.
La
TIBIEZA es un pecado grave, y ese es uno de los mayores pecados del
catolicismo en los últimos 50 años.
Una cosa es la Paz otra el Pacifismo, una cosa la caridad y la tolerancia y otra la cobardía.
Una cosa es la Paz otra el Pacifismo, una cosa la caridad y la tolerancia y otra la cobardía.
¡Que lejos están los tiempos de Urbano II, San Luis de Francia, de San Bernardo, de Pio V y de tantos millones que a través de los siglos que lucharon defendiendo a Cristo contra el Islam !!
Dios nos ilumine y proteja !!
Dios nos ilumine y proteja !!
1 comentario:
Creo que efectivamente la herejía del Pacifismo se ha metido con todo dentro de la Iglesia, si hasta han creado una imagen hippie de Nuestro Señor que roe las conciencias modernas. Los más leídos se avergüenzan de las Cruzadas, de la Inquisición, etc., pues por un lado se han tragado todas las leyendas negras que desvirtúan los actos de la Iglesia de siempre, y por el otro han presenciado los “pedidos de perdón” que han realizado sumas autoridades intraeclesiales. Terribles tiempos estos, no tanto por los enemigos de afuera –que muchas veces los hubo-, como por los de adentro –más peligrosos aún-.
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