83 años después, más actual que nunca
Pio XI (1922-1939)
“Nunca
quizás como en los actuales tiempos se ha apoderado del corazón de todos los
hombres un tan vehemente deseo de fortalecer y aplicar al bien común de la
sociedad humana los vínculos de fraternidad que, en virtud de nuestro común
origen y naturaleza, nos unen y enlazan a unos con otros.”
“Porque
no gozando todavía las naciones plenamente de los dones de la paz, antes al
contrario, estallando en varias partes discordias nuevas y antiguas, en forma
de sediciones y luchas civiles y no pudiéndose además dirimir las
controversias, harto numerosas, acerca de la tranquilidad y prosperidad de los
pueblos sin que intervengan en el esfuerzo y la acción concordes de aquellos
que gobiernan los Estados, y dirigen y fomentan sus intereses, fácilmente se
echa de ver --mucho más conviniendo todos en la unidad del género humano-,
porque son tantos los que anhelan ver a las naciones cada vez más unidas entre
sí por esta fraternidad universal.”
“Cosa muy
parecida se esfuerzan algunos por conseguir en lo que toca a la ordenación de
la nueva ley promulgada por Jesucristo Nuestro Señor. Convencidos de que son
rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber
visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque
disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la
profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida
espiritual. Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y
conferencias, con no escaso número de oyentes e invitar a discutir allí
promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de cristianos y hasta a
aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia
niegan la divinidad de su Persona o misión.”
“Tales
tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos,
puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las
religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de
distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y
nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos
obedientemente su imperio.”
“Cuantos
sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la
verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen
a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos
se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la
religión revelada por Dios.”
Pío XI
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