¡ Viva Cristo Rey !

Tuyo es el Reino, Tuyo el Poder y la Gloria, por siempre Señor.
Cristo, Señor del Cielo y de la TIERRA, Rey de gobiernos y naciones

4 feb 2015

Jesucristo NO ha enseñado una igualdad quimérica ni el rechazo de la autoridad




¿Por qué Dios estableció desigualdades en la sociedad?
 Jesús y la mujer adúltera
 

“Si Jesús ha sido bueno con los extraviados y los pecadores, no ha sido para aceptar sus convicciones erróneas, por muy sinceras que fueran; El les ha amado a todos para instruirlos y para salvarlos. Si ha acogido a los que penan y sufren para aliviarlos, no ha sido para predicarles el deseo de una igualdad quimérica. Si ha levantado a los humildes, no fue para inspirarles el sentimiento de una dignidad independiente y rebelde a la obediencia”. San Pío X, Acta Apostolicae Sedis, vol. II, nr. 16, 31-8-1910, p. 611.


La Reina Santa Isabel se quedó viuda siendo aún joven y dedicó su riqueza a los pobres, construyendo hospitales.  A partir de su canonización en 1236 se convirtió en un símbolo de la caridad cristiana para toda Europa
Los medievales vieron las desigualdades que existen en la naturaleza como una causa de unidad, no de división en la sociedad. Su enfoque realista estaba lejos de la mentalidad individualista del mundo moderno, que sostiene que cada individuo es un ser que se construye a sí mismo (self-made man) y un ser autónomo en competencia con los demás.
La explicación del teólogo Ralph de Acton es típica de la concepción medieval: “Dios podría haber hecho todos los hombres fuertes, sabios y ricos, pero no quiso hacerlo. Deseó en cambio que algunos hombres deben ser fuertes, otros débiles; estos sabios, aquellos necios; estos ricos y otros pobres. Porque si todos fueran fuertes, sabios y ricos, no tendrían necesidad de otras personas”.
El Dominicano Giordano de Pisa, predicando en Florencia en 1304, sugiere que incluso los ricos necesitan a los pobres ya que por su generosidad los ricos “podrían ganar la vida eterna por medio de ellos” (Diana Wood, Medieval Economic Thought, Cambridge University Press, 2002, p . 43).