El matrimonio cristiano es necesario para el equilibrio de la
sociedad.
Esta es la enseñanza moral constante de la Iglesia Católica.
Durante los siglos en que la visión católica del mundo era la matriz
de la civilización, esta concepción esencial de la familia y del
matrimonio eran la base de las relaciones en la sociedad, y marcaba las
leyes y costumbres. Pero, por una verdadera ilusión, se hizo creer a los
cristianos que era generoso dar la espalda a sus principios de orden.Por eso debemos hacer conocer a los que nos rodean los principios fundamentales de la organización de la sociedad de acuerdo con la moral católica, lo que muchos cristianos ignoran hoy.
“Si los mandamientos de Dios son despreciados, no sólo se hace imposible alcanzar la felicidad que nos está reservada más allá del breve espacio de tiempo asignado a la existencia terrena, pero el propio fundamento en la que reposa la verdadera civilización vacila y no podemos esperar otra cosa que ruinas sobre las que sólo se podrá llorar.
“¿Cómo, en efecto, el bien público y la gloria de la vida civilizada pueden tener la mínima garantía de estabilidad cuando el derecho es falseado y la virtud despreciada y criticada? (…)
“Y esto, como lo reconocen todos los hombres razonables, constituye en todas partes la raíz amarga y prolífica de numerosos males: el rechazo de reconocer la Majestad Divina, la trasgresión de la ley moral, cuyo origen viene de lo Alto, o aún esa detestable inconstancia que hace vacilar entre lo lícito y lo prohibido, entre la justicia y la iniquidad.
“Entonces se levantan los egoísmos ciegos e inmoderados, la sed del placer, el vicio del alcoholismo, las modas impúdicas y dispendiosas, el aumento del crimen, aún entre los menores, la ambición del poder, el abandono de los pobres, la avidez por la riqueza mal adquirida, la deserción del campo, la superficialidad al casarse, el divorcio, la desagregación de la familia, el enfriamiento de la afección mutua entre los Padres y los hijos, la baja de la natalidad, el debilitamiento de la Nación, la disminución del respeto por la autoridad, la sumisión servil, la rebelión, el abandono del deber hacia su país y hacia la humanidad”.
Pío XII Encíclica Sertum Laetitiae del 1 de noviembre de 1939
Fuente: TFP France