El Latín: La lengua litúrgica de la Iglesia.

¿Cuáles son los beneficios de la Lengua latina en la Misión de la Iglesia?
La lengua latina es por su naturaleza perfectamente adecuada para 
promover cualquier forma de cultura en cualquier pueblo y transmitir 
sin equivoco la inmutable Doctrina cristiana: no suscita celos, se 
muestra imparcial con todos, no es privilegio de nadie y es bien 
aceptada por todos. Y no cabe olvidar que la lengua latina tiene una 
conformación propia, noble y característica: un estilo conciso, 
variado, armonioso, lleno de majestad y de dignidad que conviene de 
modo singular a la claridad y a la gravedad. Por estos motivos la 
Sede Apostólica se ha preocupado siempre de conservar con celo y 
amor la lengua latina, y la ha estimado digna de usarla ella misma, 
como espléndido ropaje de la doctrina celestial y de las santísimas 
leyes, en el ejercicio de su sagrado ministerio, así como de que la 
usaran sus ministros. Donde quiera que éstos se encuentren, pueden, 
con el conocimiento y el uso del latín, llegar a saber más 
rápidamente todo lo que procede de la Sede Romana, así como 
comunicarse más libremente con ella y entre sí ( citando al Papa 
Juan XXIII en su Constitución Apostólica Veterum Sapientia). 
¿Por qué el Latín es la Lengua de la Iglesia?
El Latín es la lengua de la Iglesia, en razón de que es una señal 
hermosa y manifiesta de la Unidad, así como un antídoto efectivo 
contra cualquier corrupción de la Verdad Doctrinal, signo manifiesto 
de la Universalidad, instrumento uniforme de mutua comunicación 
entre la Sede Apostólica y las Iglesias locales, entre el Sumo 
Pontífice y los santos pastores (Ibid.). Y al ser una lengua muerta 
(que no evoluciona), preserva providencialmente inalterable, el 
Sentido de las palabras, la Oración y las Verdades de Fe hasta el 
fin de los tiempos. 
¿Por qué la Lengua Latina es un tesoro y refleja la continuidad de la Iglesia?
La lengua latina, a la que podemos verdaderamente llamar católica 
por estar consagrada por el constante uso que de ella ha hecho la 
Sede Apostólica, madre y maestra de todas las Iglesias, debe 
considerarse un tesoro ... ya que posee un valor incomparable, y es 
una puerta que pone en contacto directo con las verdades cristianas 
transmitidas por la tradición apostólica y los documentos de la 
enseñanza de la Iglesia (León XIII, Epist. Encycl. Depuis le jour, 8 
Sept. 1899: Acta Leonis XIII 19 (1899) 166.); además de ser un 
vínculo eficacísimo que une en admirable e inalterable continuidad a 
la Iglesia de hoy con la de ayer y de mañana. 
¿Cuáles son los tres dotes de la Lengua Latina que señalo el Papa Pío XI 
de feliz memoria?
En efecto, la Iglesia, al abrazar en su seno a todas las naciones y 
al estar destinada a durar hasta la consumación de los siglos, exige 
por su misma naturaleza una lengua accesible a todos y que sea: 
1.- Universal, 
2.- inmutable, 
3.- Y no popular 
( Pío XI, Carta apostólica. Offιciorum omnium, 1 Aug. 1922: A.A.S. 
14 (1922) 452.) . 
¿A quién interesa más el conocimiento y uso del latín
El pleno conocimiento y el fácil uso de esta lengua, tan íntimamente 
ligada a la vida de la Iglesia, interesan más a la Religión que a la 
cultura y a las letras. En razón de que la lengua latina, ya desde 
hace siglos se encuentra sustraída a las variaciones de significado 
que el uso cotidiano suele introducir en los vocablos, por ello debe 
considerarse fija e invariable, ya que los nuevos significados de 
algunas palabras latinas, exigidos por el desarrollo, por la 
explicación y defensa de las verdades cristianas, han sido desde 
hace tiempo determinados en forma estable. Y por ello interesa más a 
la Sacrosanta Religión Católica su conservación y su difusión, pues 
fue a la Iglesia a quién Nuestro Señor Jesucristo a confiado las 
verdades de Fe inmutables (León XIII, Satis Cognitum, 20 y 22.)
¿Para que usar el Latín en la Misa si nadie lo comprende?
Pareciera que el problema de la comprensión de la Liturgia por el 
Pueblo de Dios se redujera a una mera cuestión de idioma, cuando de 
lo que se trata es de entender lo que se hace en la celebración de 
cada misterio de la Fe. De nada sirve que se reconozcan las palabras 
si se ignora su sentido en el contexto de la acción sagrada (y mucho 
me temo que la ignorancia entre los fieles está hoy muy extendida). 
Por otra parte, la Liturgia no es un conjunto de proposiciones que 
se hayan de entender clara y distintamente (eso es racionalismo 
cartesiano); es más bien misterio, que apela a todas las dimensiones 
del ser humano y no sólo a su facultad intelectiva, por lo cual 
también la celebración silenciosa tiene su importancia. En fin, la 
Liturgia se da en el ámbito de lo sagrado, es decir, de un espacio y 
un tiempo en discontinuidad con el espacio y tiempo comunes. En esta
perspectiva las lenguas muertas adquieren una especial significación 
de trascendencia y se han usado y se usan no sólo en los ritos 
católicos, sino en los de la mayor parte de las religiones. Lo mismo 
dígase del silencio que rodea la mayor parte –y la más importante– 
de las celebraciones. ¿O es que durante más de mil años la Iglesia 
habría impedido al Pueblo de Dios la mejor comprensión y vivencia de 
la Liturgia por su empecinamiento en conservar el latín? E incluyo 
al beato Juan XXIII, que en su constitución apostólica Veterum 
Sapientia de 1962 ordenó que los obispos y superiores generales de 
órdenes religiosas velaran para que “ninguno de sus súbditos, por 
desmedido afán de novedades, escriban contra el empleo de la lengua 
latina tanto en la enseñanza como en los ritos sagrados de la 
Liturgia”. También me refiero al Concilio Vaticano II, que 
estableció que se conservara “el uso de la lengua latina en los 
ritos latinos, salvo derecho particular” (Concilio Vaticano II, 
constitución Sacrosanctum Concilium 36 § 1.). ¿Qué decir entonces de 
todos los grandes santos y los millones y millones de fieles que en 
todo ese tiempo alimentaron su piedad con la Liturgia tradicional? 
¿Acaso no comprendieron y vivieron las celebraciones litúrgicas en 
forma plena? ( Rodolfo Vargas R. - Una Voce España). 
¿Por qué el Latín es una lengua muerta y se considera patrimonio Universal?
El latín es una lengua muerta porque no evoluciona más, lo que 
significa que es una lengua particularmente apta para conservar 
inalterables los ritos y los dogmas de nuestra Iglesia. Por otro 
lado, no siendo más una lengua viviente, no pertenece a ningún 
pueblo en particular y en consecuen-cia puede ser considerado un 
patrimonio universal, común a todos los cre¬yentes. Al contrario, 
supongamos que se opte por el inglés como lengua litúrgica 
internacional de la Iglesia católica: para comenzar nomás 
imagine¬mos las rivalidades que nacerían entre los anglófonos y los 
demás fieles, que podrían sentirse heridos o marginados. Además, en 
tanto que lengua viviente utilizada permanentemente por centenas de 
millones de personas, el inglés, como cualquier otra lengua, está 
sometido cada día a distorsio-nes que lo tornan impropio para 
transmitir en el tiempo y en el espacio la doctrina eterna de 
Cristo. 
¿Es verdad que el Concilio Vaticano II y los Papas posteriores la prohibieron?
La Constitución Sacrosanctum Concilium, n. 36, § 1 afirma que “se 
conservara el uso de la Lengua Latina”, de ahí que el Magisterio 
pontificio posterior al Concilio Vaticano II no ha dejado de 
recomendar que se estudie y utilice el latín, de manera que esta 
lengua "florezca aún más y sea cada vez más apreciada"(Paulo VI. 
Discurso, 10-XI-1973.). El Papa Pablo VI la definió como "ri¬quísimo 
tesoro de piedad, y ropaje celestial", ; Juan Pablo II, en la Carta 
Dominicae cenae, sobre la celebración de la Eucaristía, ha recordado 
que la Iglesia romana "tiene particula¬res obligaciones para 
conservar, fomentar el latín" (Juan Pablo II, Carta Dominicae cenae. 
24-II-1980, n. 10). Benedicto XVI en su Exhortación Sacramentum 
Caritatis (Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum 
Caritatis 62) a pedido que “para expresar mejor la unidad y 
universalidad de la Iglesia, quisiera recomendar lo que ha sugerido 
el Sínodo de los Obispos, en sintonía con las normas del Concilio 
Vaticano II (Const. Sacrosanctum Concilium 36, 54) exceptuadas las 
lecturas, la homilía y la oración de los fieles; sería bueno que 
dichas celebraciones fueran en latín; también se podrían rezar en 
latín las oraciones más conocidas de la tradición de la Iglesia y, 
eventualmente, utilizar cantos gregorianos. Más en general, pido que 
los futuros sacerdotes, desde el tiempo del seminario, se preparen 
para comprender y celebrar la santa Misa en latín, además de 
utilizar textos latinos y cantar en gregoriano; se procurará que los 
mismos fieles conozcan las oraciones más comunes en latín y que 
canten en gregoriano algunas partes de la liturgia". 
Fuente 
http://unavocelaguna.blogspot.com/2009/11/el-latin.html